Los hermanos Brayan y Yeison Echeverry llamaban la atención de niños y niñas que quedaban expectantes cuando ellos practicaban parkour en el barrio Tihuaque, un barrio ubicado sobre los cerros orientales que llegan hasta Usme. La curiosidad de los niños los motivó a enseñarles este deporte, y junto a Santiago González y Jéssica Mojica, formaron un colectivo llamado Liberum Iter Parkour La Flora que no solo enseña parkour, sino también teatro y senderismo.
Así acercaron a las artes y el deporte a niños y jóvenes que habitan uno de los últimos barrios del sur oriente de Bogotá. Alguno de los niños que conforman el grupo expresaron que mejoraron su rendimiento en el colegio, ya que de no ser así, sus padres no los dejarían ir a los entrenamientos.
Bryan, el entrenador de 23 años, define el parkour como consciencia corporal. “Se trata de hacer cosas que estás seguro que puedes hacer, y de ir conociendo tu cuerpo” dice. Él llegó a vivir a Tihuaque hace 6 años, pero su práctica deportiva comenzó hace una década con amigos del colegio.
Debido a que el parkour es un deporte urbano, practicarlo en una zona que cuenta con pocos parques y que limita con una de las veredas de Usme es difícil, razón por la cual empezaron a hacer sus saltos en las fachadas de las casas. Los vecinos en un principio se molestaron pero con el tiempo se acostumbraron, ya que preferían ver a los jóvenes saltando que consumiendo sustancias psicoactivas.
El consumo de drogas es un problema que ha aquejado a jóvenes en el sur de la ciudad, y el deporte ha sido una de las salidas para que las nuevas generaciones se interesen en otras actividades mucho más productivas, que, además, fortalecen el trabajo en comunidad y el tejido social.
Con un grupo de artistas del barrio empezaron a hacer comparsas por las calles de Tihuaque y Villa Diana, y se creó el taller de teatro con Jéssica Mojica y Santiago González. Además, se incluyó el taekwondo, cuyas clases son llevadas a cabo por Diana Pardo y Brandon Zambrano. Zambrano también realizó con el grupo ecocaminatas por la zona rural de Bogotá y sus alrededores.
Fuente: Michael Cruz Roa, El Tiempo.